Capítulo 9.
La
princesa, aquella mujer desconocida a la que temían los homúnculos, se fue de
Central. ¿Por qué “princesa”? Nadie sabía su nombre, pero vestía como si fuera
de la realeza. Más tarde, Mustang y Sein estaban reunidos con el Fuhrer…
-
¿Sucede algo? – pregunto el Coronel.
-
Hay tiempos difíciles – dijo el King – Alguien está amenazando a Central, es
por eso que necesito que ustedes se queden aquí. Como Alquimistas Estatales
deben cumplir la orden de proteger al Fuhrer, ¿no es así? –
-
Si – dijeron al unísono.
-
Espero que Acero no tarde en llegar – comento esto, dejándolos sorprendidos ¿Estaba
esperando a Edward?
-
Quisiera preguntarle, ¿Por qué separo a mi equipo? – se atrevió el Coronel.
-
Por protección – fue una respuesta rápida, pero luego explico – Es normal que tus
subordinados sean tomados como rehenes porque no tienen las mismas capacidades
para defenderse que ustedes –
-
Ya veo. Así que la amenaza es muy fuerte –
-
Demasiado fuerte, Coronel, incluso yo le temo. Puede retirarse, necesito hablar
con McDougal –
Mustang
obedeció, pero una la enorme duda “¿Quién es demasiado fuerte como para que
King Bradley necesite protección?”
-
Señor, quiero ir al Norte – pidió ella, ya estando a solas.
-
¿A qué quieres ir? Si es que extrañas a tu maestra, deberías ir a ver a tu
maestro primero –
-
¿Ahh? –
-
Tu primera orden en Central es: ayudar a Kimblee a escapar de la cárcel –
-
¿Qué? ¿Por qué habría de liberarlo? Sé que él me ayudó mucho en la guerra, pero
también asesino a muchos de nuestros compañeros –
-
Si quieres ir al Norte, vas a tener que cumplir con esa orden –
-
Entonces no voy – Sein dio media vuelta, dispuesta a marcharse.
-
Alguien puede salir herido –
-
Después de haber matado a mi hermano, no creo que haya alguien más de mi
familia –
El
Fuhrer tenía que obligarla a cumplir esa orden, por su propio bien.
-
Tal vez en el departamento de comunicaciones haya alguien que pague por tu
desobediencia –
La
chica se detuvo “¿Qué?” Se quedó realmente sorprendida.
-
Creo que iré a ver a mi maestro, lo extraño – dijo ella al volverse al Fuhrer –
Y luego me marchare al Norte –
Así
quedo el trato. El Fuhrer necesitaba inculpar a alguien para cumplir con el
capricho de la princesa y de paso salir bien ante la milicia.
…
Sein
caminaba por los pasillos del cuartel, pensando en cómo se había enterado
“Havoc es el único que sabe, no creo que fuera primero a contárselo al Fuhrer;
entonces, ¿Cómo?” recordó aquella noche en el café, cuando dejó caer la taza a
propósito…
*-
-
Lo siento mucho, soy muy torpe –
-
No se preocupe señorita –
Al
momento de que el mesero se agacho para limpiar el lugar, la chica puso un
pequeño transmisor para que lo llevara sin que se diera cuenta; esto porque era
el mesero de la mesa donde estaban Havoc y Solaris. Luego, con ayuda de Fuery y
gracias al transmisor inalámbrico que él había preparado, pudieron escuchar la
conversación…
-
Jean… ¿Te mudarías conmigo a Central? –
-
¿Ahora? – pregunto sorprendido.
-
Es el mejor momento, no creo que tengas problemas para ubicarte –
-
No lo sé, me acaban de transferir al Este –
-
Oh, cualquier cosa puede pasar de la noche a la mañana, mi amor –
-*
“¡Fue
ella!” sus recuerdos la llevaron a esta conclusión “Esa Solaris es una espía,
¡sabía que no se podía confiar en ella!”
…
La
noche era el momento perfecto para ir a la cárcel. Debía cumplir con su orden
antes de irse al Norte. Salto por el techo y pudo ingresar como alguna vez lo
haría su hermano mayor… “No puedo creer que de alguna manera estoy siguiendo
sus pasos” pensó ella, mientras llegaba hasta donde se encontraba Solf J. Kimblee,
el Alquimista Carmesí.
-
¡Que sorpresa! – dijo él – Ahora tu viniste a verme, ¿Qué ha sido de Isaac? –
-
Mi hermano está muerto –
-
Jajajajaja, no puedo creerlo. Esta vez estas sola –
La
chica no dijo nada, congelo las barras que mantenían aprisionado a su maestro y
las destrozo.
-
Vámonos, no quiero causar escandalo –
-
¿Qué? ¿Me estas ayudando a escapar? – pregunto burlonamente.
-
No lo malinterpretes – al momento de decir esto, rompió aquella madera que
separaba las manos de Kimblee.
-
Esta bien, no importa como sea, pero estas tomando la mejor decisión –
Ambos
salieron corriendo, enfrentando a muchos guardias en el camino, hasta que
llegaron a la entrada principal, el mayor de todos se les enfrento…
-
Déjamelo a mí, hace mucho que no hago explotar a alguien –
Sein
le dio la espalda, no quería ver una vez más como mataba a los soldados; por
una razón, quizá porque Kimblee se llevaba bien con Isaac, cuido de ella en la
guerra y le enseño a sobrevivir sin tener piedad ante la gente. Gracias a él,
ella se había formado un carácter fuerte que le impedía llorar en los momentos
más tristes. En efecto, asesino al guardia, causando un gran alboroto por las
explosiones. La noticia se corrió inmediatamente.
-
Me iré al Norte, tú debes permanecer aquí; vendrán a recogerte –
-
¿Quiénes? – pregunto Carmesí.
-
No lo sé, la única orden es que debes esperar por alguien muy importante –
-
¿Así que fue por eso que me liberaste? –
-
Nos veremos después, maestro –
Sein
se despidió, tenía que tomar el tren que la llevaría al cuartel del Norte.
Kimblee quedo un poco confundido, pero le daba mucha curiosidad saber quién
estaba detrás de todo esto. Pasaron horas, hasta que alguien llego en un
elegante vehículo.
-
¿Tu eres Kimblee, el famoso Alquimista Carmesí? – pregunto la princesa.
-
Si, lo soy –
-
Vas a trabajar para mí – dijo de manera altanera.
El
alquimista quedo maravillado al conocer a la persona que lo había liberado.
…
Mustang
quedo sorprendido al enterarse de la noticia “Alquimista de Hielo ayuda a Carmesí
a escapar de la cárcel, muchos guardias murieron”
-
¿Sein libero a Kimblee? Pero, ¿por qué…? -
-
Y no solo eso – Hughes llego de repente, ya informado del asunto – Ella te dejo
un mensaje conmigo, Roy –
El
Coronel lo miro muy serio…
-
Dijo “La novia de Havoc nos está espiando, y yo tengo que irme al Norte cuanto
antes” –
*-*-*-*-*-*
No hay comentarios:
Publicar un comentario