jueves, 7 de febrero de 2013

La Princesa de Hielo - Cap 04


Capítulo 4.

Sein junto las palmas de sus manos, atrapando el chorro que salía del tubo, y luego extendió los brazos para generar una brisa congelante a su alrededor. Esto hizo que Ed cayera al suelo, suspendiendo su ataque.
- ¿Hiciste alquimia sin circulo de transmutación? ¿Acaso tú también…? –
- Claro que necesito de un circulo, enano – interrumpió ella – Aquí lo tengo, mi maestro dijo que era más conveniente dibujarlo en la palma de mis manos – mostro, en efecto, la palma de su mano derecha. Ahí se veía el círculo dibujado sobre el guante blanco que usaba, mientras que con su mano izquierda lo señalaba.
- ¿Maestro? –
- Basta de tanta charla – Mustang llego, atacando de repente a ambos.
Sein no esquivo el ataque esta vez, sino que utilizo el agua que salía del tubo y contraataco a la flama para extinguirla.
- Veo que ahora no te vas a mover de ahí, Sein – dijo Mustang al mirar el chorro que salía de ese tubo subterráneo – Y también veo que Acero enfocara todos los ataques hacia ti, por la información que tienes –
- Esto es muy importante, no te metas – alego Ed.
- No tengo de otra… o evaporo toda el agua que sale de ahí o… -
- ¡O se alía conmigo Coronel! – la chica efectuó un ataque para Ed.
- ¡No es posible! – dijo Acero al recibir el ataque, otra brisa congelante.
- Buena opción – Mustang chasqueo los dedos para generar otra chispa.
Edward salió corriendo de ahí para evitar ambos ataques. Corrió lo más lejos y todos los soldados estaban impresionados por el trabajo en equipo de Fuego y Hielo.
- ¡Ese estúpido Mustang! Hará todo lo que sea para evitar que tenga esa investigación – decía Ed.
Acero tenía que planearlo muy bien y solamente había 2 cosas que lograr: 1.- Alejar a Sein de la toma de agua y 2.- Patearle el trasero a Mustang. Rápido ideo una estrategia y se lanzó a atacar a Roy.
- ¡Voy a acabar contigo! – Grito, mientras transmutaba su brazo de metal en una arma filosa - ¡Mustang! –
El mencionado lo espero y preparo sus dedos para el chasqueo. Lo que siguió fue que varias chispas de fuego se encendían una tras otra porque Ed estaba huyendo, al parecer no tenía sentido esto. “Está perdido” pensó Roy, hasta que Edward mostro una sonrisa y la última chispa fue hacia él, pero salto, dejando mostrar a una descuidada Sein junto al chorro de agua.
- ¡Maldición! – la chica se dio cuenta, pero ya era demasiado tarde, recibió el ataque de fuego y el agua se evaporo.
- Bien, ahora a patear el trasero de Mustang – dijo Ed, triunfante.
En medio de la evaporación, porque se trataba de mucha agua la que salía de ahí, Acero pudo atacar a Fuego por sorpresa y su brazo de arma filosa estaba a unos centímetros de la cara del Coronel.
- ¡Ohhhh! – todos se sorprendieron.
- ¿Y bien? – pregunto Edward.
Roy Mustang estaba atónito.
- He ganado, derrote a 2 alquimistas en un día –
- Muy bien Acero, te felicito – dijo Roy, recobrándose de la sorpresa – Pero no todos dependemos de la alquimia –
- ¿Qué? –
De repente, Ed recibió una patada y de esta forma cayó al suelo. Mustang se recuperó y Sein estaba ahí…
- Pensé que estabas herida – dijo el chico.
- Ah cierto, falta vengarme por eso – Sein sacó un arma de la parte de atrás de su uniforme militar y rápidamente apunto al cuello del Coronel, y él… su mano derecha hacia la cara de la chica.
- ¿Pero… cómo? – Ed se veía sorprendido, creyó que acabaría con Hielo si evaporaba toda el agua que tenía y también creyó que tenía a Mustang entre la espada y la pared.
- Basta, estoy complacido – anuncio King Bradley desde su asiento – Ambos alquimistas han demostrado grandes habilidades, están aprobados –
- Aun no ha terminado – se quejó Edward.
- Me conformo con ver como Hielo y Acero pudieron acorralar a Fuego. Si fuera la guerra dejaría que se mataran, pero esto solo es una prueba y se acabó –
- Muchas gracias, Fuhrer – Sein se mostraba respetuosa a diferencia de Ed.


Habiendo pasado toda la presión de la pelea, todos volvieron a las oficinas para continuar con sus labores; Ed y Al estaban desanimados, pues como Ed no le había ganado ni a Mustang ni a Sein, no podía tener esa anhelada información…
- Ni de broma te la va a dar – dijo Falman mientras le ofrecía una taza de café – Ella no es muy solidaria que digamos –
- No puede ser – dijo Edward – Si tan solo la pelea hubiera seguido… -
- Hermano, ¿quieres que vaya a pedírsela? – sugirió Al
- Sería una mala idea, de inmediato sabría que es para mí –
- Pero… -
- ¿Qué no hay nadie aquí que se lleve bien con Sein? – pregunto Ed, casi desesperado.
- La conozco desde hace tiempo, pero nunca hablamos – respondió Falman.
- Yo sé quién se lleva bien con ella – intervino Breda – Aunque debo decir que el Sargento Fuery se lleva bien con todo el mundo –
- ¿En serio? – Pregunto Ed, esperanzado – Muy bien, era todo lo que quería saber – se levantó del sillón y fue a buscar al Sargento.
- Oye, eso no te garantiza que Sein dé su investigación tan fácil – advirtió Falman.

Ed llego hacia donde estaban Fuery y Hawkeye…
- Necesito que me hagas un enorme favor – pidió inmediatamente.
- ¿De qué se trata, Edward? – pregunto.
- De verdad, de verdad quiero la investigación que hizo Sein, ¿podrías pedírsela por mí? – rogó, sabía que con lo amable que era Fuery una actitud de “auxilio” haría que aceptara sin condiciones.
- Está bien, veré que puedo hacer, pero no te prometo nada – advirtió.
El Sargento fue hacia donde estaba la alquimista, que aún no se recuperaba del todo por el ataque que recibió del Coronel.
- Sein… ehh… - no sabía cómo empezar, así que recordó algo curioso – Que bueno que te dejaste crecer el cabello, así ya no te confundirán – dijo animado.
- Ah… si, gracias – respondió ella, volteando hacia Fuery.
- Me gustaría pedirte un favor, pero no sé cómo… - se interrumpió para darse cuenta de las quemaduras que tenía en todo el uniforme - ¿Estás bien? ¿No deberías ir al médico? –
- Estoy muy bien, solo son pequeñas quemaduras – alardeo ella, haciéndose la fuerte –  He pasado por la guerra sin necesitar ayuda médica –
- Tienes que ir – insistió, como siempre, era su deber preocuparse por sus compañeros de equipo y no podía perder en ello.
- Estoy bien – remarco la chica.
En ese momento, él toco su espalda…
- ¡Ahhh! ¡No me toques! Duele mucho – Sein reacciono.
- Y decías que estabas bien – concluyo Fuery – Ve al médico –
La chica, siendo regañada, tomo las hojas que tenía y se las dio.
- Ya voy – obedeció y dio la media vuelta para irse.
Sin tanto esfuerzo la preciada investigación estaba en manos de Fuery…
- ¿Y qué hago con esto? – pregunto.
- Haz lo que quieras, como el Fuhrer ya me aprobó este año, no la necesito –
“Que fácil fue esto” pensó, muy confundido.

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