lunes, 28 de enero de 2013

La Princesa de Hielo - Introducción


La Princesa de Hielo.
Introducción.


Había una vez en Amestris, un grupo de militares que estaban planeando una guerra. Para poder atacar a los pueblos que se oponían al poder, necesitaban de la ayuda de alquimistas estatales; uno no podía ser un alquimista estatal tan fácilmente, había que pasar por una prueba que exigía asombrosas habilidades de alquimia para sorprender al King.
En uno de los pueblos que atacaban, vivía una de las grandes familias: los McDougal. Eran finos y respetables, llevaban clases de alquimia respecto a transmutar hielo desde muchas generaciones; Isaac y Marceline eran los hijos próximos a heredar las habilidades alquímicas de su abuelo. Isaac era el hermano mayor, de 20 años; mientras que Marceline tenía apenas 10.
A la edad de 22 años Isaac aprobó el examen para alquimista estatal y más tarde fue reconocido como el Alquimista de Hielo. Al participar en su primera guerra se dio cuenta de que su familia corría peligro en cualquier momento, así que debía instruirla para sobrevivir. Cuando regreso a casa se enteró de que sus familiares habían muerto, menos Marceline, que permanecía escondida en el closet de su gran habitación durante el ataque. La familia McDougal se había reducido a 2 integrantes.
Isaac instruyo a su hermana en el arte de la alquimia más rápido de lo previsto, no quería que fuera asesinada…
- Marceline, tendrás que convertirte en alquimista estatal para sobrevivir –
- Hermano… -
La chica dudaba, tenía 14 años, era completamente imposible que la milicia la aceptara para siquiera realizar el examen.
- Cuando cumplas 15 años, iras y te presentaras con el Fuhrer –
- Pero… -
- Yo mismo le convenceré de que te acepte –


- Es una pena lo que paso con tu hermano –
Marceline bajo la cabeza. El Fuhrer King Bradley estaba ahí, hablándole en su oficina…
- Recuerdo cuando me convenció para dejarte hacer el examen de alquimista estatal. Ahora él se ha convertido en un traidor, después de tratar de asesinarme tuve que contenerme para no hacerle tanto daño, pero al final lo hice. Quiero pedirte una disculpa –
¿Una disculpa? ¿Solamente eso para justificar la muerte de Isaac? ¿Eso sería suficiente?
- Puedes pedir lo que tú quieras –
La chica se mantuvo en silencio. Lo pensó profundamente… ¿Qué era lo que ella desearía en ese momento? Su hermano ya estaba muerto, no quedaba nadie más en su familia. Ya había hecho y aprobado el examen para alquimista estatal… ¿Qué más podría querer? ¿Asesinar al Fuhrer para vengar a su hermano? ¡No! No podía hacer eso, enfrentarse a King Bradley era enfrentarse a la muerte. Su hermano le pidió que sobreviviera, sea cual sea la situación.
- Quiero ser nombrada como el nuevo Alquimista de Hielo, señor – dijo, al fin.
- Así será, pero tengo una mala noticia para ti –
- ¿Huh? –
- Debido a que en la guerra de Ishbal fuiste cómplice de Kimblee, tu rango de alquimista será reducido –
- ¿Ya no seré alquimista estatal? –
- Seguirás siendo, porque cumpliré lo que me pides. Sin embargo, te convertirás en subordinada del Coronel Mustang –
¿Subordinada? Una McDougal como subordinada haría que su familia se retorciera en su tumba, pero como había tenido que ver con Kimblee en la guerra, debía ser castigada.
- Pero Kimblee solamente fue… mi maestro –
- Exacto, si hubieras cometido los mismos asesinatos que él tu lugar seria en la cárcel – explico Bradley – Bien, espero que estés lista, mañana serás presentada al Coronel –

Ahora Marceline tenía 20 años, ya había pasado tiempo como alquimista estatal, segunda por cierto, instruida por Kimblee en la guerra de Ishbal y completamente fría y preparada para enfrentarse a cualquiera. Camino por la calle durante la noche, visitando un bar para poder relajarse…
Tres hombres estaban ahí, 2 de ellos no muy convencidos de pasar un rato en el lugar de mala muerte.
- Solamente vine por el buffet – aclaro el más rudo.
- Para eso pudimos haber ido a un lugar menos peligroso –
- No sean cobardes – dijo el rudo, que se levantó de su asiento y al dar la media vuelta choco con una persona.
Al momento de chocar, toda su bandeja de comida se le vino abajo. El público miro atentamente…
- ¡Oye, idiota! ¿Tienes idea de cuánto costo esto? – pregunto el rudo, gritando y llamando la atención.
- ¡Hazte a un lado! – dijo la persona, que paso aventándolo, como respuesta.
Heymans Breda era el ofendido, le gustaba comer mucho y no se dejaba de cualquiera. Así que tuvo que responderle a la diminuta persona, comparado con él, que le había agredido.
- ¿Quieres pelear mocoso? –
- ¿Mocoso? – Marceline volteo, debido a su cabello corto, abultado en la cara y con el uniforme militar, constantemente muchos pensaban que se trataba de un joven.
Pero no le dio tiempo de aclarar su sexo, inmediatamente recibió un puñetazo en la cara. La alquimista cayó al suelo, con la nariz sangrando…
- ¡No sabes con quien te estas metiendo! – grito ella, al levantarse.
Algunos notaron cierto reloj de alquimista que colgaba de su uniforme…
- ¡Un alquimista estatal! – gritaron en el fondo.
- No me importa que sea, me las va a pagar – dijo Breda.
Sus compañeros, Falman y Fuery estaban atentos, rogando porque la situación no se tornara peligrosa al saber que se enfrentaban a un alquimista.
- Voy a acabar contigo sin necesidad usar alquimia – amenazo.
Entre más hablaba, más le aclaraba a cierta persona que no se trataba de un hombre… “¡Es… una chica!”
Marceline se lanzó a atacar y se dio un intercambio de puñetazos entre ambos. Ella era buena en combate. Su maestra, en el norte, le había enseñado a no ser débil y que tampoco debía depender siempre de la alquimia.
Lamentablemente, la batalla de los sexos se inclinó por el hombre, que la derribo fácilmente y otra vez estaba en el suelo. Parecía demasiado tarde para ella, pues el golpe final ya iba en camino… “¡Maldición! Debí usar alquimia” pensó rápidamente al tratar de dibujar un circulo de emergencia.
- ¡Ni siquiera lo pienses! – Breda noto ese movimiento de desesperación y justo cuando su puño iba a impactar la cara de ella nuevamente, algo sorprendente ocurrió…
… Toda la gente quedo sorprendida y Breda también.

*-*-*-*-*-*

No hay comentarios:

Publicar un comentario